La salud empieza en cada una de nuestras células, que están en un proceso constante de renovación, reparación, reproducción y autodestrucción.
Para entender la función de los antioxidantes en nuestro organismo debemos primero analizar el papel que juegan unas sustancias dañinas para nuestro cuerpo conocidas como radicales libres. Estas sustancias son moléculas inestables y altamente reactivas que van dañando las células de nuestro organismo y así se inicia una reacción en cadena que dañará muchas células y puede ser indefinida, si los antioxidantes no intervienen. Los procesos normales del organismo producen radicales libres. También estamos expuestos a elementos del medio ambiente que los crean como, el tabaco, la radiación, los medicamentos, aditivos químicos en los alimentos procesados y pesticidas, solo por nombrar los más comunes.
Se estima que el ADN de cada célula es golpeado unas 10,000 veces cada día por radicales libres. Nuestro cuerpo posee una serie de mecanismos biológicos para desactivar estos radicales libres y otros destinados a reparar el daño causado por estos. Sin embargo con el paso de los años se van acumulando daños que no pudieron ser reparados debido a ineficiencias del sistema. Eventualmente los daños que se producen superan por mucho la capacidad de reparación del organismo. El resultado de todo esto es que nuestro cuerpo se torna menos funcional al igual que más vulnerable ante las enfermedades.
Los antioxidantes son sustancias que tienen la capacidad de inhibir la oxidación causada por los radicales libres (son el batallón que contrarresta los daños). Algunos antioxidantes se encargan de un tipo especifico de radical libre en cambio otros de ellos se encargan de neutralizar el resto ya que existen muchos tipos de radicales libres. Por esta razón muchos investigadores entienden que no es saludable concentrarse en ingerir grandes cantidades de uno o dos antioxidantes sino que es importante ingerir una variedad de estos para mayor efectividad.